A falta de un mes para que llegue oficialmente la Navidad, los niños de El Cañaveral ya se han puesto manos a la obra para que nadie eche de menos en el barrio los adornos propios de estas fechas.
Así, el salón comunitario del residencial Puerta de San Fernando ha convertido este sábado –y también será así el próximo fin de semana- en el escenario perfecto del primer taller de adornos navideños para los más pequeños.
Actividades para todos
Gracias a las aportaciones voluntarias de los vecinos –tanto económicas como materiales-, las cartulinas, la purpurina, los palitos olvidados de los helados o los vasos de plástico, con ayuda de las tijeras, los rotuladores y el pegamento, se acabaron convirtiendo en los adornos navideños más especiales de El Cañaveral.
Tal y como explica emocionada Ruth, una de las vecinas que organizaron y coordinaron el trabajo:
“Ha tenido una acogida que no nos esperábamos. Al final había más de 50 peques participando ¡Ha sido todo un éxito!”
De hecho, aunque se pensaron actividades por edades –por ejemplo, crismas decorados con las manos para los bebés, figuras de cartón para los niños de entre 3 y 5 años o pintura de piñas para los más mayores-, al final “todos hicieron de todo”, comenta Ruth.
Incluso los más mayores, con ayuda de los papás y mamás -que disfrutaron del taller tanto como sus hijos-, se animaron a decorar una chimenea y un buzón para las cartas de los Reyes Magos que recibirán a todos los que lleguen a la urbanización hasta que acabe la Navidad.
Cierre con sorpresas
Y si el taller fue el mejor plan para la tarde lluviosa, el cierre resultó aún más especial. Casi como si de una narradora profesional se tratase, Ruth se puso su particular falda de tul y, en un escenario en el que la luz y la oscuridad fueron las protagonistas, se convirtió en el Hada Piruleta para contar a todos los asistentes A qué sabe la luna.
Además, y aunque llegó un poco pronto respecto a la fecha que le corresponde, Papá Noel no quiso perderse la actividad y acudió a El Cañaveral lleno de caramelos y chucherías y avisando de que, por suerte, ya se sabe el camino para que cuando tenga que ir de verdad y cargado de regalos.