Quien pasee por El Cañaveral puede observar que se trata de uno de los desarrollos urbanísticos más importantes de la capital y que ya no es necesario apuntar al futuro para determinar su crecimiento: el presente muestra ya a un buen número de familias relativamente jóvenes, con y sin hijos, que se han establecido en el barrio y están felices por ello.

Pero, ¿es El Cañaveral un buen espacio para retirarse? ¿qué ventajas ofrece con respecto a otras zonas de Madrid? ¿presenta buenas perspectivas para disfrutar de la jubilación?

Comodidades y equipamientos

Paco se jubila oficialmente el 1 de enero de 2017, aunque ya lleva un tiempo prejubilado, y fue uno de los primeros vecinos en mudarse al residencial Puerta de San Fernando –recibió las llaves de su vivienda el 29 de abril de este año, coincidiendo con el cumpleaños de su hija-.

Paco -el segundo por la derecha- fue uno de los primeros viajeros del bus 290 el día de la inauguración de la ruta.

Después de estos meses en El Cañaveral, no duda en resumir su experiencia con una frase de lo más explicativa:

“Estoy encantado de la vida”

“Son pisos nuevos, bien construidos… ¡y con ascensor! Que llegando a ciertas edades es algo que hay que tener muy en cuenta” comenta. De hecho, especifica que, aunque la vivienda que tenían en Coslada estaba en muy buen estado, “sin lugar a dudas hemos ganado con el cambio”.

Además, valora muy positivamente los equipamientos que le ofrece la urbanización, ya que ha disfrutado mucho de la piscina en verano y, ahora, está aprendiendo a jugar al pádel en la pista privada:

“¡Quién me lo iba a decir a mí! Este año no me he apuntado al torneo porque todavía me están enseñando, pero ¡que cuenten conmigo para el próximo!”

Paco -el primero por la derecha- y Antonio -a su lado- han aprovechado la jubilación para empezar a jugar al pádel en El Cañaveral.

Lo único que echa de menos es “una cafetería para tomarnos algo después de los partidos”, explica entre risas, pero está convencido de que, en poco tiempo, algún pequeño empresario descubrirá que puede tener un público asiduo y fiel a su negocio.

Convivencia intergeneracional

Otro caso interesante es el de Antonio ya que, pese a no ser un vecino empadronado en El Cañaveral, todos lo consideran un miembro más de esta gran familia.

Y es que, de momento, no hay nadie más que pueda presumir de tener un hijo, una hija, un hermano y una sobrina viviendo en el barrio. Y, mucho menos, ostentar el título de ser el abuelo del primer bebé nacido en El Cañaveral:

“¡Si es que esto es precioso! Yo vengo todos los días porque esta tranquilidad y estos espacios abiertos no los puedes encontrar en ningún sitio tan cerca.”

No obstante, y por la parte que le toca directamente, confía en que el primer equipamiento que llegue al barrio después de la farmacia sea una escuela, puesto que la mayor parte de los vecinos son gente joven con idea de formar familias. “Me gustaría poder llevar a mi nieto al colegio de El Cañaveral”, sentencia.

Sea como fuere, tanto para Paco como para Antonio, poder disfrutar de su jubilación en El Cañaveral conlleva una dosis añadida de ilusión que, según coinciden en añadir, está al alcance de todos.

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